CAPÍTULO 8
ARTHUR FERRER. NO, POR MUCHO TIEMPO. La noticia que Emiliano acababa de soltar me dejó petrificado. ¿Cómo era posible? En un instante, la tenue emoción de creer que había encontrado a la mujer adecuada para él, la que nos convenía a todos, se desvaneció por completo. ¿Cómo podía cometer semejante estupidez? ¡Su asistente! ¡No podía ser! Reaccioné con un carraspeo seco, tragué saliva con dificultad, sintiendo el nudo opresivo descender por mi garganta. —Eh… nuevamente felicidades, hijo. Solo avísanos cuándo la traerás para organizar una bienvenida apropiada, un recibimiento como tu novia se merece. —Concuerdo con tu padre, debe ser una mujer muy hermosa para que hables de ella de esa manera. Cuenta con nosotros, puedes traerla cuando quieras. Será bienvenida —añadió Orieta, aunque no estaba seguro de si realmente comprendía la magnitud de la situación. —Lo es, madre, lo es. Cuando la conozcan, me darán la razón. Dejamos a Orieta en la sala mientras Emiliano y yo nos dirigíamos al despacho. Entré y fui directo al minibar, donde guardaba mis vinos de mejor calidad. Mientras me servía un trago, vi a Emiliano sentarse en el sillón junto al escritorio. Le ofrecí una copa, que aceptó con gusto; compartíamos esa afición. Le entregué la bebida, rodeé el escritorio, me senté y lo miré fijamente. Los asuntos de la empresa eran para mí de suma importancia, y mi semblante se tornó serio. —¿Y bien? Dime cómo ha ido la empresa en mi ausencia. —Todo marcha bien, papá. La firma con los chinos fue un éxito total. Ya tenemos la autorización para comenzar con los nuevos lotes de autos, un negocio multimillonario donde todos ganaremos. Para el primer trimestre, debemos entregar el cuarenta por ciento de lo estipulado, lo que equivale a trece puntos porcentuales, y un tres por ciento al mes. Aparte, estoy investigando los mercados egipcios; he notado una gran demanda de autos de alta gama. Pronto tendré un informe detallado sobre tu escritorio y te lo haré llegar. Necesitaré tu opinión. —Excelentes noticias. Debemos mantener a los asiáticos contentos, conformes y satisfechos. Lograr mantenerlos como socios por años, seguir en el primer lugar y no olvidar a la competencia. En cuanto al mercado egipcio, suena tentador. Revisa minuciosamente cada paso, con discreción. —Trabajaré en ello, no te preocupes. Durante mi gestión, he sabido manejar muy bien FERRER & ASOCIADOS. Eso es todo, padre. No tengo nada más que agregar. Me retiro. Fue un gusto verlos y compartir un rato con ustedes. Estaré comunicándome. Nos dimos un fuerte abrazo. Él salió del despacho, y yo me quedé allí, inmerso en mis pensamientos más oscuros. Seguí en el despacho, saboreando mi vino. Encendí un puro, di una calada profunda, retuve el humo por un instante y luego lo liberé lentamente. En el silencio que me ofrecía el lugar, analicé la situación inesperada. La relación de Emiliano con esa muchacha no me convenía en absoluto. Arruinaría los planes que tenía para él. Debía sacarla de su vida a como diera lugar. Ella no pertenecía a nuestra clase social. ¿Cómo pudo fijarse en alguien así, cuando en nuestro círculo social abundaban las mujeres bellas, profesionales y, sobre todo, herederas de grandes fortunas? La única explicación para este encuentro era que se había vuelto loco. ¡Al menos…! ¿Qué? No era imposible que esa jovencita pudiera estar embarazada. No. Eso no podía ser posible. Apenas me había dicho que era su novia y que la traería a casa para conocerla. Necesitaba pensar, armar un plan que la involucrara en algo relacionado con la empresa o fuera de ella. Tenía que averiguar si había tenido algún romance con alguien más. Quizás eso sería de ayuda. Tal vez ofrecerle una gran cantidad de dinero. Con eso podría vivir unos años sin preocupaciones. Las personas como ella se vendían por unos cuantos centavos. Por ahora, tenía que disimular que la aceptaba, actuar como si nada mientras urdía mi plan. Emiliano ya era un hombre y había demostrado ser capaz de manejar la empresa y mantenerla a flote. No podía manipularlo a mi antojo como antes. Ya no era el niño al que ordenaba y él obedecía sin cuestionar. Nunca estaba de más, ni era suficiente, hacer crecer las cifras de nuestras cuentas. Mantener los lujos costaba, y había que hacer grandes sacrificios. Y esta vez, mi hijo sería de gran ayuda. Busqué en la agenda el contacto de un investigador privado muy eficaz. —Giacomo Rosso, sono Arthur Ferrer, bisogno dei suoi servizi. (Giacomo Rosso, soy Arthur Ferrer, necesito sus servicios). —Sì, signor Ferrer, è da un po’ che non la sento. Sono sempre a sua disposizione per qualunque cosa possa esserle utile. (Sí, señor Ferrer, tiempo sin saber de usted. Siempre estoy a su disposición para lo que pueda serle útil). —Ho bisogno che tu indaghi su tutto di Antonella Salvatore, dalla sua data di nascita, l’aria che respira e l’ultima volta che è andata in bagno, chi sono i suoi genitori a cui è dedicata, assolutamente tutto. Lo voglio per ieri. (Necesito que investigue todo sobre Antonella Salvatore, desde su fecha de nacimiento, el aire que respira y la última vez que fue al baño, quiénes son sus padres, a qué se dedican, absolutamente todo. Lo quiero para ayer). —Capisco, mi metto subito all’opera. Gli onorari saranno un po’ alti, signor Ferrer, per le esigenze e la rapidità richiesta. (Entiendo, de inmediato me pongo a trabajar. Los honorarios serán un poco elevados, señor Ferrer, por las exigencias y la rapidez que solicita). —Ecco perché non preoccupatevi. I soldi sono l’ultimo dei miei problemi. Faccio subito la transazione: metà dei soldi e, una volta che ho tutte le informazioni, vi do l’altra metà. (Por eso no se preocupe. El dinero es el menor de mis problemas. De inmediato le hago la transferencia: la mitad del dinero ahora y, una vez que tenga toda la información, le daré la otra mitad). —Perfetto, è un piacere fare affari con lei, signor Ferrer. Ci capiamo molto bene. Buon pomeriggio. (Perfecto, es un placer hacer negocios con usted, señor Ferrer. Nos entendemos muy bien. Que tenga una muy buena tarde). Vi que la puerta se abría. Era Orieta, que entró y se acercó hasta donde yo estaba. Se sentó, me miró y preguntó: —¿Por qué esa cara? ¿Tuviste algún problema con Emiliano? —No, no es eso. No me esperaba que él estuviera relacionado con esa muchacha. No está a nuestro nivel, y menos que trabaje en mi empresa. No puedo permitir que esa relación avance. No, por mucho tiempo. —¡Pensé que estarías feliz por nuestro hijo, Arthur! Emiliano ha sido un buen hijo, ha hecho todo lo que hemos querido a pesar de nuestra ausencia. No puedes exigirle tampoco que escoja a su pareja. Ya es todo un hombre. No lo alejes más de nosotros. Lo que nos debe importar es su felicidad por encima de todo, brindarle apoyo. —Perché? Non gli permette di essere felice, lascia che decida da solo se gli va bene o no! Forse la differenza sociale e i costumi sono gli ostacoli tra loro. Lasciali. (¿Por qué? ¡No le permites ser feliz! Deja que él mismo decida si le conviene o no. Tal vez la diferencia social y las costumbres sean los obstáculos entre ellos. Déjalos). —Por eso no lo quiero con ella. Quiero su felicidad y, al mismo tiempo, asegurar su futuro con una mujer de nuestro nivel. Que lo represente y mantenga el apellido FERRER en alto frente a la sociedad. La reputación de nuestra empresa es reconocida por generaciones, y si Emiliano se casa con la hija de una familia pudiente, también seremos respetados. —No lo necesitamos, Arthur. Ya somos reconocidos por nuestros apellidos, por nuestros padres. —Dejemos esta conversación hasta aquí. No vamos a ponernos de acuerdo, y lo que menos quiero es disgustarme. Déjame solo. —Espero que no cometas una estupidez de la que puedas arrepentirte más adelante y pierdas a tu único hijo. No sé si estaré ahí para apoyarte. —¿De dónde te salió tanta bondad ahora? ¿Tú, que has dejado a Emiliano solo? ¿Ana ha sido más madre que tú? —Tienes toda la razón. Me dediqué a acompañarte a cada viaje, cada reunión y cada maldito evento de tu mano. ¿Y qué gané con eso? Que mi único hijo tenga más aprecio por su nana. Alejarlo de mí no está en discusión. El poquito cariño que me tiene no lo voy a perder por oponerme a su felicidad. Lo quiero a mi lado. Orieta salió del despacho hecha una furia, cerrando la puerta con un portazo que retumbó en mis oídos, dejándome sumido en mis pensamientos más oscuros. Creí que estaba de mi lado, cuando pensé que seguía el hilo de mi conversación. Ahora sabía que no podía contar con ella como mi aliada. No la necesitaba. Con dinero podría comprar a alguien que hiciera el trabajo que yo deseara.CAPÍTULO 9 EMILIANO FERRER. NI EN ESTA VIDA, NI EN LA OTRA. Salí de la casa de mis padres y emprendí el camino hacia mi hogar, ubicado al otro extremo de la ciudad. La ansiedad por llegar y descansar me invadía. Había sido un día de mucha actividad, aunque contara con la invaluable ayuda de mi adorada asistente. Estar inmerso entre papeles era agotador, pero el fruto de ese esfuerzo bien valía la pena: una empresa próspera que me permitía darme ciertos lujos. —¡Oh por Dios!, olvidé comentarles a mis padres sobre la invitación al evento. Se me pasó por alto. Aunque estoy casi seguro de que a él le enviaron una a su correo, al igual que a todos los accionistas de la empresa —murmuré en voz alta, mientras seguía atento a la carretera. La ciudad de Roma a esas horas seguía siendo un hervidero de caos: autos que iban y venían, gente caminando apresurada hacia sus destinos. Ya pasaban las ocho de la noche. Volví a pensar en el evento y decidí comentárselo a mis padres llamándolos o cu
PRÓLOGOARTHUR FERRERPLANSigo en el despacho, con una copa de vino en una mano y un puro encendido en la otra. Exhalo el humo con lentitud, observando cómo se disuelve en el aire mientras la calma del lugar me permite analizar una situación que, sinceramente, no esperaba.La relación de Emiliano con esa muchacha no me conviene. Puede arruinar todos los planes que he construido para él, y no estoy dispuesto a permitirlo. Tengo que sacarla de su vida… cueste lo que cueste.No pertenece a nuestro círculo. ¿Cómo es posible que, teniendo a su alcance mujeres bellas, refinadas, profesionales, herederas de imperios… haya puesto los ojos en una simple asistente de clase media?La única explicación lógica es que se volvió loco.¿O tal vez…?¿Y si está embarazada?No. Eso no puede ser. O tal vez sí. Ya ni siquiera sé qué pensar. Solo me dijo que era su novia y que vendría a presentármela. Pero eso es suficiente para que mis alarmas se disparen.Necesito un plan. Algo que parezca natural, algo
CAPÍTULO 1EMILIANO FERRER INVITACIÓNMe remuevo en la cama antes de abrir los ojos. Me estiro dos veces, tomo el reloj de la mesa de noche: son las cinco en punto. Me levanto y camino directo al baño. Después de mi rutina matutina, bajo con la toalla al cuello hacia el gimnasio que instalé en casa. Una hora de entrenamiento y todo en mi cuerpo se reinicia.Con el sudor aún cayendo por mi cuello, voy a la cocina por un vaso de agua. Ahí está mi nana, como siempre, al pie del fogón.—Buenos días, nanita —la saludo.—Buenos días, mi niño. Ya casi está listo el desayuno —responde con dulzura.—En un rato bajo a disfrutar de tus delicias —le doy un beso en la frente antes de volver a mi habitación.Me ducho con agua fría. Me relaja, me activa. Elijo un traje negro y lo acomodo perfectamente sobre mí. Un poco de perfume. Me miro al espejo. Impecable.Bajo y el desayuno está servido. El aroma del café me atrapa. Tomo un sorbo y gimo con satisfacción.—Está perfecto, como siempre —le digo.
CAPÍTULO 2 ANTONELLA SALVATORE ROMPER CORAZONES El sonido de la alarma me obliga a abrir los ojos. No quiero levantarme todavía, pero el deber me llama. Trabajo es trabajo, y no me puedo dar el lujo de fallar. Suspiro, me doy ánimos y me incorporo lentamente. Camino al clóset mientras me froto los ojos, y elijo un conjunto de dos piezas en color azul. Elegante pero discreto, perfecto para una jornada que promete ser exigente. Entro al baño, abro la ducha y dejo que el agua caliente me despierte por completo. Lavo mi cabello, ese aroma a coco del champú me relaja más de lo que debería. Me enjabono, me aclaro y cuando ya estoy completamente limpia, salgo con una toalla rodeando mi cuerpo. Frente al espejo, seco mi cabello y me hago unas suaves ondas. Hoy quiero verme profesional, pero también sentirme bien conmigo misma. Me visto con cuidado, reviso que todo esté en orden y salgo directo al comedor, donde mis padres ya están sentados desayunando. —Buenos días, mamá. Papá. —¡Bue
CAPÍTULO 3ANTONELLA SALVATORE PRIMER BESOMe sorprende el repentino interés de mi jefe en mi vida personal. Hasta ahora, jamás había demostrado curiosidad por nada que no fuese estrictamente laboral. ¿Acaso notó que suelo mirarlo cuando está distraído?La verdad es que me cautivó desde el primer momento. Su elegancia impone, sus ojos color miel hipnotizan y esa voz ronca… podría escucharla todo el día. Recuerdo que, mientras me explicaba mis funciones en la empresa, no pude evitar mirar sus labios. Se movían con una sensualidad que me desconcertó.—El almuerzo estuvo delicioso, Emiliano. Gracias —le digo con una sonrisa.—Me alegra que te haya gustado. ¿Te gustaría cenar conmigo esta noche?¿Otra invitación el mismo día? Me toma por sorpresa.—S… sí, acepto.Sonríe, complacido con mi respuesta.—Paso por ti a las ocho en punto.—Está bien. Te esperaré lista.El resto del día transcurre entre reuniones y tareas. No tengo tiempo para pensar demasiado, pero por dentro… estoy hecha un l
CAPÍTULO 4. ANTONELLA SALVATORE QUIERE SER MI NOVIA. Salimos del restaurante directo al auto. Fue una cena encantadora: la música suave, la atención del personal, un ambiente acogedor, la delicia que envuelve el paladar. Llegamos al auto y de un momento a otro fui sorprendida. Cuándo siento que me toma de la mano, siento un suave tirón y me pega a él. Chocó contra su pecho, sin tiempo a reaccionar, me besó. No sé cómo reaccionar, ya que es mi primer beso y se siente suave pero cargado de ansiedad en él. Me dejó llevar por la sensación, sus labios son tan suaves que desde ya me gustan, no quiero que termine. Se separa de mí, me ve a los ojos, estamos en silencio, no sé qué decir o qué hacer. Estoy nerviosa. Él rompe el silencio. — Eh, perdón por mi atrevimiento, Antonella, pero no me pude resistir la tentación de probar tus labios. Me sonrojé, estoy hecha un manojo de nervio, no sé qué decir, no qué pesar y lo único que sé es que me gustó y quiero más. Quiero nuevamente sus la
CAPÍTULO 5 EMILIANO FERRER. ASISTENTE, NOVIA Y FUTURA ESPOSA. Tras dejar a Antonella en su casa, conduje directamente a mi hogar. Había sido un día agotador, sí, pero también rebosante de emociones que danzaban en mi interior. Las once de la noche ya marcaba el reloj, y dudaba que mi nana siguiera despierta a esas horas. Llegué al edificio y estacioné el auto en su lugar habitual. Una vez dentro de mi casa, un vistazo rápido confirmó la ausencia de mi nana. Me dirigí directamente a mi habitación, despojándome de la ropa. La fresca temperatura me impulsó a buscar el alivio de una ducha caliente. Mientras las gotas de agua templada resbalaban por mi piel, mis pensamientos se centraron en ella, en Antonella. Si antes me atraía con una fuerza innegable, ahora esa atracción se había multiplicado. No era solo su belleza física, sino su naturalidad, su personalidad que oscilaba entre la timidez y una inesperada audacia. Una sonrisa se dibujó en mis labios al evocar su imagen. Salí del b
CAPÍTULO 6EMILIANO FERRER.SANA Y SALVA.Una vez que presenté a Marco, decidimos abordar el motivo principal de su visita.—Marco, estoy interesado en incursionar en el mercado egipcio. Necesito que te encargues de investigar minuciosamente cada aspecto legal. Quiero tomar medidas audaces para impulsar el transporte ecológico y modernizar su industria automotriz. Algo me dice que es un negocio prometedor. Necesito un informe detallado lo antes posible, con todos los pros y los contras.—Me pondré manos a la obra de inmediato. En cuanto salga de aquí, te enviaré un resumen exhaustivo. Ahora sí, me retiro para no quitarte más tiempo. Fue un placer verte, y nuevamente, felicidades. En cualquier momento te llamo y salimos a tomar algo.—Perfecto, muchas gracias por venir. Espero tu pronta respuesta y acepto la invitación. Llámame para coordinar. Que tengas un buen día.—Hasta pronto.Marco se despidió de Antonella con un gesto cordial y salió de mi oficina. Me acerqué a ella; me miró y s