FREYA
El traje es más ajustado de lo que esperaba. Se moldea como una segunda piel sobre mi cuerpo, con detalles plateados que brillan bajo la luz de las antorchas. Mi abuela Marina me ayudó a trenzar el cabello con cintas blancas, símbolo de renovación, y me pintó los labios con una mezcla de bayas dulces. Dijo que esta noche no debía parecer una guerrera. Sino una reina.
Y sin embargo… siento que no pertenezco aquí.
Mientras avanzo por los jardines iluminados, mi corazón late con fuerza. Siempre observé esta ceremonia desde la ventana de mi cuarto, escondida detrás de las cortinas, deseando algún día formar parte de ella. Hoy estoy aquí, no como espectadora, sino como la esposa del Alfa.
Entonces lo veo.
Caleb.
Está de pie, vestido con su traje ceremonial de color negro y plata, las telas gruesas marcando sus hombros amplios y esa postura firme que siempre lo ha definido. Es la imagen perfecta del Alfa. Majestuoso. Intimidante. Imposible de ignorar.
Nunca lo conocí realmente, pero d