NARRADORA
Zeraphina se metió más entre sus brazos, lastimosa, y Aidan le acarició las orejas, escuchándola ronronear complacida.
A la leona le gustaba mucho que le tocara las orejitas, poco sabía Aidan que ella solo lo dejaba a él, ingenuamente, permitiéndole algo que las hembras exclusivamente le admitían a su macho.
De repente, Theo gruñó en una dirección.
— ¡¿Qué estás haciendo con la princesa?!
Se escuchó un rugido enojado cerca y Aidan levantó la cabeza para ver a un niño más grande que ellos, que venía caminando enojado.
Por sus orejas y cola, era un león.
Zera enseguida se puso rígida, gruñéndole enojada y saliendo de los brazos de Aidan para pararse delante de él, protegiéndolo.
— Princesa sabe que no debe dejar que nadie la toque y menos acaricie sus orejas, eso está prohibido y ¡más por un macho! – la miró enojado y luego a Aidan con rabia.
“¡Métete en tus asuntos Brutus!”
— ¡Tengo el derecho de cuidarla porque soy su prometido!, ¿cómo voy a dejarla estar cerca de otro mac