NARRADORA
Ojos negros agonizantes miraban hacia el oscuro cielo, la sangre manchaba el rostro deforme lleno de cicatrices, músculos visibles bajo una piel quemada a rojo vivo.
“Si tan solo no lo hubiese hecho”
Se arrepintió amargamente, mientras su consciencia la abandonaba y la liberaba del dolor.
Las Centurias rodearon las partes del cadáver descuartizado de Inna.
Una de ellas se acercó a la cabeza arrancada, tirada a un lado como un despojo humano, y lanzó una bola de fuego para incinerarla.
Nada era suficiente para aplacar su enojo, pero mordieron, rasguñaron, quemaron y descuartizaron en pedazos una y otra vez, trozo a trozo, durante horas.
Un aullido lobuno se escuchó en el medio del bosque y luego el correr de las patas sobre la hierba.
Los enormes machos de hielo que acompañaban a sus Centurias, regresaron a su lado, seguidos por los guerreros del pantano.
Todos iban de vuelta a casa, con menos peso en el corazón.
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Vincent no sabía cómo darle las frutas a Raven