NARRADORA
Silvana miraba desde una colina las enormes letras de fuego dibujadas con magia por encima del castillo.
Se podían ver a leguas, eran un mensaje y sabía muy bien que se dirigía a ella en específico.
«Mortimer está aquí»
Eso decía, un claro señuelo para atraerla, y por supuesto que estaba interesada, pensó que él había muerto, pero ahora tenía esperanzas y si vivía, lo recuperaría.
Ese hombre era suyo.
¿Acaso esa maldit4 también sobrevivió?
No, no, no, ella se encargó de drenar su magia de fuego hasta la muerte, ¡no podían estar felices y juntos!
Los ojos rojos de Silvana contemplaban el castillo, donde a los lejos, se reforzaban las defensas.
Más les valía estar preparadas a esas mujeres de fuego, porque ya que tuvieron el descaro de atraerla, ahora debían afrontar las consecuencias de sus actos.
Liberaría a los hombres hielo de su yugo, solo estaban confundidos por esas perras.
Se giró y bajó la colina, caminando hacia el pequeño ejército oculto, que había logrado reunir