NARRADORA
— Hijo, ve con el abuelito de al frente, saldré un momento.
La mujer le dijo al niño, ayudándolo a levantarse y limpiándose con las manos sucias las lágrimas, dándole una falsa sonrisa para tranquilizarlo, que más bien rompía el alma.
Por mantener con vida a su pequeño lo haría todo, por un pedazo de pan duro y un poco de agua para sobrevivir, se acostaría con este asqueroso despreciable.
— ¡No, no quiero, no mamá, esa mujer se fue y nunca regresó! – el cachorro comenzó a gritar, queriéndose aferrar a ella de nuevo, recordando a la mujer que estaba a su lado y ayer, el otro guardia se la había llevado casi a rastras. Nunca regresó.
— Ve, ve, yo voy a estar bien, ve… — lo empujaba desesperada hacia los brazos del anciano más cercano, con temor de que lo golpearan.
— ¡Deja de llorar mocoso! – la paciencia del enorme pelicastaño se estaba agotando y ya tenía la mano arriba para darle una buena reprimenda a ese malcriado.
Tanto drama para follar.
— ¡No, no, yo voy conti