La casa de Vladislav, un espacio moderno y elegante, estaba llena de una quietud incómoda. Los rayos del sol de la tarde entraban imponentes a través de los vidrios de los enormes ventanales, transmitiendo una sensación de paz que Adara no tenía en su interior, al contrario. Al fondo en alguna parte había una música suave que parecía estar al servicio de la atmósfera silenciosa, pero la tensión dentro de ella era innegable. Sentía que el aire estaba cargado de algo mucho más pesado que la simple decoración.
Adara para calmarse se detuvo frente al ventanal del salón, mirando el enorme jardín a través de los cristales. Su mente no podía dejar de revivir lo ocurrido con Vladislav. La intensidad de la conexión que había sentido, el magnetismo palpable entre ellos, todo la hacía sentir como si estuviera atrapada entre dos mundos: el deseo, y el miedo.
Ionela, que había estado conversando animadamente con Blade en la esquina del salón, apenas la vio entrar se acercó a ella, apoyó una mano s