La propuesta frente a todos.
Habían bailado ocho piezas seguidas. Ocho.
La respiración de Azalea se entrecortaba, no por el cansancio físico, sino por la intensidad de la noche. Su mano aún temblaba en la de Roderick cuando él se inclinó con una sonrisa encantadora.
—Esperas aquí. Iré por algo de beber. Y prometo no demorar —le guiñó un ojo antes de desaparecer entre la multitud.
—Bien, ve.
Azalea se quedó junto a una columna revestida de hiedra y lirios blancos, intentando calmar su corazón. Pero no tuvo tiempo de recomponerse. Un grupo de risas suaves, de esas que no tienen nada de suaves, se deslizó a su alrededor.
—Mira quién se cree ahora el centro del universo —dijo Hazel, con su sonrisa venenosa.
—La princesa de último minuto —agregó Suzie, ajustando con rabia el broche de su cinturón.
—Nos avergüenzas —sentenció Eliza, con los ojos brillando de furia contenida—. ¿Cómo te atreves a aceptar el primer baile del heredero menor? ¡Ese lugar no era para ti!
—Eres la menor. La inútil. La torpe. ¡Vas a arr