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LUNA ROJA
LUNA ROJA
Por: UmbraEclipse
Luna Roja: ecos del silencio (dedicatoria+prologó)

🌙 Dedicatoria 🌙

Dedicatoria

A los que caminan entre las sombras y se atreven a mirar la luna sin miedo.

A los que han sentido la llamada de la sangre y han respondido con coraje.

A quienes comprenden que en la oscuridad también habita la verdad, que los monstruos no son solo enemigos, sino reflejos de nuestros deseos más ocultos.

A los amantes de la licantropía, del misterio que esconde cada transformación, del rugido primitivo que nos recuerda que no estamos tan lejos de la bestia.

A los que sienten un escalofrío al pronunciar el nombre del vampiro, y se estremecen con el roce de colmillos y miradas infinitas.

A todos los que se pierden entre aullidos y susurros, entre lunas rojas y noches interminables.

Esta historia es para ti, que has danzado en la línea entre lo humano y lo salvaje.

Para ti, que has comprendido que el amor y el caos se funden en un solo latido, que la traición no siempre viene del enemigo, y que a veces la redención es tan oscura como el pecado.

Que cada palabra te arrastre a un mundo donde las sombras son solo el comienzo, y que nunca olvides:

en cada noche sin luna, hay una luz esperando.

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🌕PROLOGO🌕

Tenía ocho años cuando vi morir a mi madre.

El aire olía a humo y traición, a sangre y cenizas. La luna, redonda y enferma, se asomaba entre las nubes como un testigo insensible, como si observara la escena con un morbo cruel. Todo estaba en silencio, excepto por el crepitar del fuego. Y por ella.

Gritaba. No por miedo. No por dolor. Gritaba mi nombre.

Y yo... no podía moverme.

Mis piernas temblaban como hojas. Las uñas se me clavaban en la tierra húmeda, ensangrentada. Quería correr hacia ella, arrancarla de las llamas, abrazarla tan fuerte que el mundo desapareciera. Quería cerrar los ojos y hacer que todo dejara de existir.

Pero no lo hice.

Unos brazos ásperos y fríos como hierro me sujetaron por detrás, clavándome en la tierra. La voz grave de alguien me susurró al oído:

-No la mires.

Pero ya era tarde. Yo la miraba. La veía morir.

Dijeron que había traicionado a los Varkal. Que se había enamorado de un enemigo. Que su sangre estaba corrompida. Que su castigo era justo.

Pero en sus ojos no había culpa. Solo miedo. Miedo por mí.

En ese instante supe que estaba sola. Que lo estaría por el resto de mi vida.

Después del fuego vino el silencio. Después del silencio, el odio. Y después... el olvido que intentaron imponerme.

Pero yo no olvido.

Ese grito aún me arde en los huesos. Ese fuego nunca se apagó dentro de mí.

Y algún día, cuando la luna vuelva a teñirse de sangre, ellos sabrán lo que sembraron en mí.

Lo que nunca imaginaron... es que alguien más también vendría a reclamar lo que dejaron roto.

Alguien con ojos de noche eterna y un alma más salvaje que la mía.

Él.

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