Ariana
El olor del humo se cuela entre mis cabellos, aferrándose a mí como una promesa rota.
Camino por el bosque con los pies descalzos, sintiendo el suelo húmedo bajo mis plantas. El barro se cuela entre mis dedos, frío y pegajoso, pero me niego a detenerme. Si me detengo, pienso. Si me detengo, todo colapsará.
Ya no soy la hija perfecta.
Ya no soy la princesa obediente.
Soy una loba con el corazón en llamas y un cuerpo marcado por cicatrices invisibles. Y, maldita sea, lo único que late con fuerza dentro de mí… es él. Killian.
—Ariana —gruñe una voz detrás de mí—. ¿Hasta cuándo vas a seguir huyendo?
Me detengo. Por supuesto que es él. El único que parece encontrarme incluso cuando yo no sé dónde estoy.
—No estoy huyendo —respondo sin mirarlo, apretando los dientes—. Estoy buscando algo que tenga sentido.
—Yo tengo sentido. Nosotros tenemos sentido.
Sus pasos son firmes al acercarse. Puedo sentir su calor antes de que su mano roce mi muñeca. Un solo roce. Bastó para que el aire se v