Cuando Santiago y Ronald llegaron ella lloraba sola en un rincón, Damián había ido a ver qué podía averiguar.
—Luciana — dijo Ronald llamando la atención de su hija, ella levantó la cabeza y al verlos corrió hacía ellos, abrazó a su padre y luego se fue a los brazos de Santiago.
—Tranquila, mi amor, ¿Qué pasó?
—Un carro lo atropelló delante de mis ojos, fue horrible. — Santiago la empezó a arrullar. Para calmarla.
—Tranquila mi amor, por favor, si no va a pasar lo mismo de ayer, y no creo que quieras eso, ¿O sí? — Luciana negó y empezó a tranquilizarse.
—¿Cómo está Diego? — preguntó Ronald.
—No lo sé, Damián se fue hace rato a averiguar, su mejor amigo lo estaba atendiendo. — Ronald asintió, conocía al amigo de Damián, era un gran hombre y médico.
—Iré a buscarlo, vendré pronto, por favor Luciana, quiero que te tranquilices o vas a terminar loca de tanto estrés de estos dos días. — Ronald le habló en tono duro, pero era porque en verdad se preocupaba por su hija. Ella asintió c