Estaba a punto de amanecer cuando el pequeño Camilo se levantó al baño y pidió a su madre que le preparara un vaso de leche, a la misma hora tiene que tomarlo, se quedó con esa costumbre desde que dejó el biberón.
Ella lo puso en la cintura y lo llevó a la cocina. Al pasar por la sala preguntó quien era la persona que allí dormía. (El niño no miró cuando su padre llegó)
—Es un amigo—. Mintió.
—¡Papá… papá, por favor no te vayas, no nos dejes, papá!
Ethan comenzó a gritar.
El niño se asustó y se puso a llorar.
Aleyda le dio un beso en la frente y dijo que no tuviera miedo. Lo dejó sentado en una silla y ella fue s despertar a Ethan.
—¡Papá, no te fuiste!—. Exclamó al despertar.
—Ethan, estás teniendo una pesadilla. Sube al sofá y quédate allí, te traeré un poco de agua.
—Espera, solo abrazame, por favor.
—Sabes que eso no lo haré.
Ethan agachó la cabeza. Desde que su padre murió se ha sentido culpable y en varias ocasiones le pide en sueños que no se vaya.
El médico que lo trató en