Lo que Valentina había planeado era darle una sorpresa a su esposo. Sin embargo; la sorprendida fue ella cuando llegó a buscarlo en el hotel y lo encontró borracho. Parecía un vago de la calle o un millonario al que su empresa se había ido a la quiebra.
Nunca lo había visto así. Aquella escena era dolorosa pero a la vez muy chistosa. Javier estaba con los ojos rojos y húmedos de tanto llorar. El cabello despeinado, sus pies descalzos y una botella lo acompañaba en la mano.
La habitación era un completo desorden. Botellas de alcohol regadas por todas partes, de eso solo la cama lucía impecable, ya que, el sillón había sido testigo de aquella borrachera.
—¿Con quién estás aquí?—. Quiso saber Valentina.
—Estoy solo. Puedes revisar las cámaras de vigilancia en los pasillos y comprobar que nadie me acompañó.
—¿Qué significa esta rebeldía?—. Señaló a su alrededor.
—Yo… yo no pasa nada. Y tú, ¿qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?
—Te estuvimos esperando en el restaurante. ¿Por qué no lle