Todos se quedaron en silencio por un momento. El guardaespaldas no sabía que decir con tal de que ellos no le armaran un escándalo en la empresa.
—Es momento de marcharse—. Dijo finalmente.
—Sí. Volvamos a casa. Hermanos, por favor, que mamá no se vaya a enterar y papá tampoco debe saber que lo vimos con otra mujer. Haremos que pague, eso es seguro, esto no se va a quedar así. Somos los hijos de mamá y si le pedimos que nos vayamos a otro lugar, ella comprenderá que no nos sentimos cómodos en la mansión y nos sacará de allí.
—Nos mantendremos al margen de este tema que es entre adultos, pero no permitiremos que le haga más daño a mamá—. Dijeron las cuatro personas. Incluyendo al guardaespaldas que desde ya se había puesto de su lado porque no toleraba la injusticia que estaba cometiendo su jefe.
El hombre volvió a casa por la noche. Él se sentía un poco triste porque para el día del padre, Valentina ni siquiera lo había invitado a cenar.
No fue digna de regalarle algo para felicitarlo