Capítulo 97. Bajo amenaza.
Izan
Nunca en mi jodida vida había conocido a alguien como ella.
Ni en los clubes clandestinos. Ni en las misiones donde las mujeres usaban su cuerpo para manipular o rogar por clemencia. Nadie. Nadie como Verónica Ferrari.
Y eso me cabreaba.
Porque mientras me reponía del golpe directo a mis pelotas, lo único que podía pensar era en lo jodidamente hermosa que era. Cabello oscuro como la noche, los ojos azules intensos, de esos que te desnudaban sin pedir permiso, labios hechos para bendecirte... o destruirte.
Se movía como si el mundo le debiera algo y ella viniera a cobrarlo con intereses. Y aunque me había dejado medio doblado, todavía no sabía si quería matarla... o besarla.
Sin embargo, todo eso fue interrumpido por la llamada de mi tío. Me alejé un poco para atenderlo, me apoyé en el capó mientras hablaba por teléfono con él. Su voz fue clara y sin margen de duda.
“Esa chica es Verónica. Verónica Ferrer. La hija mayor de Piero Ferrer, uno de los jefes de la Ndrangheta y la Camo