Capítulo 125. Bajo la presión del tiempo.
Dominic
El aire en la habitación estaba impregnado de silencio y tensión. Tras haber dejado a Nadia bajo la custodia de mis hombres, la necesidad de ver a Trina me consumía como una llama ardiendo en mis venas.
La traición de Nadia era algo que tendría que cobrarle cada día, hasta que terminara con ella. Su sufrimiento debía ser mayor al de Trina; sin embargo, en ese momento, solo tenía en la mente a Trina.
Cada paso que daba, cada rincón oscuro del refugio, me parecía una eternidad, y mi respiración iba acompasada al peso que sentía en el pecho, como si el aire se volviera más espeso en cada segundo que pasaba lejos de su lado.
La rabia por la situación, por haber tardado tanto en encontrarla, me llenaba de un veneno que me hacía caminar con el rostro implacable, aunque la desesperación golpeara como un tambor en mi interior.
Finalmente, llegué frente a la puerta de la habitación donde la había dejado. Mi mano, firme como una roca, alcanzó la manija de la puerta, pero no la abrí