Capítulo 118. Comienzo del juego.
Dominic
Las ruedas del avión tocan tierra con un golpe seco, un latido en el pecho que me arranca del maldito trance en el que he estado durante todo el trayecto. El frío de la pista clandestina me golpea en la cara al abrir la puerta del avión. El aire es pesado y denso, como si el hielo no solo cubriera la tierra, sino que hubiera sellado el tiempo mismo. Estoy en Dublín, pero no importa; todo aquí huele a muerte.
Nadie sabe que estoy aquí, nadie salvo los pocos que decidí confiar. Este aeropuerto no existe en los mapas, pero no hay señales de que eso me detenga. El lugar huele a putrefacción, a muerte olvidada. Aquí no hay lujos, no hay gente, solo la oscuridad que parece esperar que alguien la rompa, y soy yo quien se enfrenta a esa espera. El sol nunca brilla donde me muevo, solo sombras que se arrastran por las paredes.
Mi corazón no late con miedo, no con ansiedad. Lo único que me quema las entrañas es la furia, la rabia embriagante de lo que Seamus me ha arrebatado. Trina.
La