Capítulo 150. Trina me pertenece.
Andru
Corrí con el corazón, galopándome en la garganta. Aunque le había dado la orden a uno de los hombres, tenía que verificar por mí mismo que todo cesara. Cada paso que daba hacia el portón principal parecía llevarme directo al filo de una guerra.
El aire olía a pólvora, a tierra mojada y a sangre reciente. Los cuerpos de dos hombres yacían cerca de la entrada. Los dos eran nuestros y al otro lado uno de ellos.
—¡Alto el fuego! —grité por el radio, apretando el botón con tanta fuerza que mis dedos palidecieron—. ¡El jefe lo ordena! ¡Cese inmediato del fuego!
Los disparos se detuvieron poco a poco, como una tormenta que no quiere rendirse del todo. Solo quedó el eco, el temblor en el suelo, el jadeo de los que seguían en pie.
Avancé hasta el portón. Del otro lado, el grupo esperaba. Fríos. Afilados. Letales. Como una jauría a punto de lanzarse. Sabía quién era cada uno de ellos.
Enrico iba al frente, sosteniendo a su hijo. Izan a su izquierda, con los ojos encendidos como brasas v