Cap. 144. Lo que empezó un Kouros...
Narrador omnisciente.
Maite despertó, removiéndose perezosamente entre las sábanas, con una sonrisa en los labios al recordar la noche anterior. Pero cuando estiró la mano buscando a Alexandros, solo encontró el hueco frío en el colchón.
Frunció el ceño, confundida.
—¿Ya te fuiste...? —murmuró, mirando el lugar vacío. Suspiró, tratando de convencerse—. Seguro tuvo que salir temprano por algo urgente.
Se sentó, recogió su cabello en un moño desordenado y caminó descalza hacia el baño.
Frente al espejo, encendió la luz y se quedó mirándose un momento. Tenía los labios hinchados, los ojos brillantes... y en el cuello, unas cuantas marcas rojas.
Sonrió, llevándose los dedos a una de ellas con pudor y orgullo.
—Dios mío... —susurró, divertida.
Abrió su bolso y sacó el estuche de pastillas anticonceptivas.
Lo sostuvo entre los dedos, pensativa.
—Ay, Maite... definitivamente estás loca —murmuró, negando con la cabeza—. Después de lo que dolió el parto de Gianna y Gael...
Volvió a guardar el