BELLA
Seguí a Cori y Anya hasta el baño, todas llevábamos toallas y algún tipo de batas o albornoces hechos de algodón blanco fluido.
—Entonces, ¿de qué se trata exactamente?—, pregunté.
—Tenemos que purificarnos —dijo Cori—. Básicamente, solo una ducha.
—Pero no intentes ponerte desodorante ni nada después—, advirtió Anya.
—Sí, claro, sin olores, sin nada —dijo Cori.
—¿Por qué no?— pregunté.
—Ni idea —dijo Cori—. Pero no intentes evitarlo, o te harán hacerlo todo de nuevo.
—Tomado nota—, dije.
Habíamos llegado a la escalera y vi a una docena de otras chicas bajando las escaleras desde el ala opuesta.
Los pasillos, que estaban tan tranquilos cuando llegué, ahora estaban llenos de mujeres de mi ed