Jade
—Jade —susurró el guardián—. ¿Tú hiciste eso?
Abrí los ojos, sintiéndome extraño. ¿Por qué los había cerrado? Me llevó un tiempo acostumbrarme a la penumbra de la cueva.
Antes, la abertura era una especie de triángulo de tenue luz de luna. Ahora solo veía oscuridad con diminutos puntos de luz estrellados que se filtraban.
—Estamos ocultos por las enredaderas —susurró—. Crecieron sobre el claro mientras tú... hacías lo que fuera que estuvieras haciendo.
—No lo puedo creer—, balbuceé.
Había estado intentando comunicarme con las plantas todo el día. Y ahora había despertado su magia sin siquiera intentarlo.
Quizás la magia era solo mi reacción natural al peligro. Parecía que solo aparecía cuando estaba a punto de resulta