Ni por un segundo.
Había estado ciego todos estos años, creyendo que podía confiar en alguien que fue un hombre de absoluta confianza y mejor amigo de su padre. Creyó que las diferencias que tenían se debían a pensamientos opuestos referentes al manejo y trato con las personas que laboraban en Chrome Machine. Estuvo… equivocado. Desde el primer día que ocupó la presidencia y desde la primera vez que intercambió ideas con Luciano… estuvo equivocado.
—Sí. Christopher, que en paz descanse, fue un gran hombre y mi mejor amigo. —Volvió en sí y miró al hombre—. Nunca fui desleal con él. Nunca quise nada de él. Ni su puesto ni su empresa. Era feliz siendo su mano derecha. Hacía mi trabajo sin quejas, sin reproches y sin contradicciones. Hacíamos un buen equipo. Tu padre me brindó mucho más que un puesto de trabajo en esta empresa, Andrew. Me brindó la posibilidad de crecer, pero cuando él murió, todo se fue con él.
—¿Qué cambió, Luciano? —preguntó, incapaz de detener el sentimiento de nostalgia que nació den