ACUERDO POLITICO.

El conde Jorge Báthory, y la condesa Anna Báthory de Somlyó, se levantaron temprano, la mañana era fría, y los rayos del sol apenas daban poca luz en los linderos del castillo, varias carrozas cargadas de frutas, verduras y grandes porciones de carne, llegaban una tras otra. Todo estaba planeado, por la noche se celebraría la fiesta del acuerdo político.

El primer ministro Barón Tomás Nádasdy de Nádasd y Úrsula Kanizsay de Kanizsa, con el cual los padres de Elizabeth, habían llegado ya al acuerdo político entre sus clases, y el primer ministro de Transilvania.

Elizabeth estaba feliz, se despertó de muy buen humor aquella mañana, deseaba con todas sus ansias volver a la plaza, quería ver de nuevo aquel joven de ojos azules,

del cual no había podido sacar de su cabeza, Elizabeth estaba tan feliz, que había soñado con aquel joven delgado, sintió en su ser que ese era un amor a primera vista, que su alma estaba deseosa de volver a encontrarse con él.

Aunque sí dio cuenta que no sería capaz de hablar con aquella joven palabra alguna, si es que en algún momento pudiese llegar a encontrarse con el de nuevo, pero deseaba conocerlo, a él, y toda su familia,  a que se dedicaba, así que sin esperar envío por una de sus sirvientas, llamada Úrsula,

—acércate, dijo Elizabeth, tengo un secreto, que debo contarte, que jamás deberás decir,

—Hable señoría, dijo la sirvienta con vos suave,

—ve a la ciudad, e investiga quién sea el varón de ojos azules y de cabello dorado, que acompaña al anciano con una carreta de madera,

—como ordene su señoría, respondió Úrsula, que se inclinó, y salió de la habitación.

El día se marchó rápido, en los preparativos de la fiesta.

Caída la tarde, comenzaron a llegar los carruajes más elegantes y caros de la ciudad, y uno a uni fueron bajando de los mismos, condes más importantes de la ciudad.

Eran ya pasados las siete de la noche, cuando llego al bello castillo El primer ministro Barón Tomás Nádasdy de Nádasd y Úrsula Kanizsay de Kanizsa, vestidos de sus mejores galas, El conde Jorge Báthory, y la condesa Anna Báthory de Somlyó, esperaban al primer ministro y su esposa en la entrada del castillo,

—sean bienvenidos, a este honorable castillo, dijo el conde Jorge bathory, extendiendo la mano al primer ministro, que se la tomo con alegría,

—el placer es mío, respondió el barón tomas nadasdy, que abrazo de la misma manera a la condesa,

—pasad, dijo el conde Jorge bathory, todo está dispuesto para que disfrutéis de la fiesta, que se ha celebrar en honor al clan de nuestras familias, que hoy nuevamente se unen para una alianza, con fines nobles entre nuestras familias.

—en honor al clan de los dragones, dijo el primer ministro, y entro al castillo seguido de su esposa.

La música y el bullicio se oía en la sala del castillo, y las risas y las voces de alegría se esparcían por todo el lugar, un silencio respetuoso se oyó en la sala, ante la entrada del primer ministro, una bella mesa con grandes manteles dorados había sido colocada en el centro de la sala.

Todos se sentaron a la mesa, repleta de toda clase de comidas, y toda clase de carnes, Elizabeth, estaba sentada al lado, Ferenc Nádasdy, del cual ella ignoraba que pronto sería su prometido, el conde Jorge bathory se puso de pie, y todo el salón guardo silencio,

—les damos las gracias a todos por aceptar la invitación a esta fiesta, y damos las gracias al primer ministro el barón tomas nadasdy, por acompañarnos esta noche, y a su hijo Ferenc Nádasdy, por lo cual tengo la dicha de anunciarles, que esta fiesta es celebrada en honor a nuestra Elizabeth bathory, y el joven Ferenc Nádasdy.

Porque deseamos que nuestras familias se unan en un vínculo más profundo, por lo tanto, hemos decidido entregar a nuestra Elizabeth como prometida al barón Ferenc Nádasdy, para que sea tomada como su esposa.

Todos los asistentes aplaudieron y vitorearon el nombre de Elizabeth.

Elizabeth palideció de ira, sintió como si toda la ira contenida estaba a punto de reventar dentro de ella, deseo convertirse en ese momento en una bestia, y devorar a todos los que estaban presentes.

Elizabeth se levantó de la silla, y salió del salón, todos continuaron en la fiesta como si nada ocurriese, pero Elizabeth ardía de ira, no deseaba casarse con ese joven nadasdy, o como se llamase, no le importaba, no deseaba casarse con él,

ella quería si en algún momento se case, casarse con aquel joven de cabellos dorados y de ojos azules.

Se internó en el bosque, corría furiosa, sin rumbo, sabía que no podía escapar, pero quizás sus poderes podrían ayudar en algo, ¿pero qué podría hacer ella? Si tenía apenas casi once años, no sabía cuáles eran las capacidades, pero debía descubrir una manera de librarse de ese matrimonio arreglado, Elizabeth.

Se detuvo en medio de la oscuridad, sentía furia, e impotencia, quería estar dispuesta a hacer hasta lo que fuese necesario. Elizabeth estaba agitada, hambrienta, pero en Elizabeth había decidió, que usaría todo su poder, y todos sus poderes si era necesario matar a quien tuviese que matar lo haría.

Elizabeth sé prometió esa noche, que no limitaría jamás sus poderes, cuando se tratase de lograr sus fines, no importaría quién estuviese por delante, y determino que haría todo lo que estuviese a su alcance para a traer hacia ella al joven de ojos azules, y cabellos dorados.

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