BASTIÁN
—Hijo, que todo esto que te está pasando no nuble tu juicio; siempre quisiste ser parte de algo tan grandioso; si no lo haces, vas a arrepentirte toda la vida.
Las palabras de mi padre me hacen entrar en razón.
—Dígame qué hago, doctora.
Me hace una señal y termino vistiéndome todo de azul. Cuando entro a la sala de operaciones, me estoy atando el tapabocas cuando veo a todos en movimientos y lo que me parte el alma es el verla ahí con los ojos cerrados, con un tubo en la boca.
—Va a cortar el cordón de donde yo le diga; luego de eso la pondremos en una incubadora.
—¿Por qué?
Pregunto como un idiota, uno que está sintiendo que vive en un mundo alterno, una pesadilla que no se detiene.
—La pequeña no está llegando a término; como le dije hace un rato, su esposa sabía que algo como esto podría pasar, que su hija naciera antes de tiempo.
Otra vez la rabia, la ira se apodera de mí, ¡maldita sea! Ella me mintió tanto tiempo, pero debo pensar en este momento en mi hija, en Es