BASTIAN
—Alérgica a algún medicamento.
—No sé.
—Enfermedades hereditarias
—No tengo idea— Me jalo los cabellos, me lleno de angustia, de rabia, no tengo idea de cosas como esas; se supone que soy su esposo, su marido, ella es mi mujer. ¡Maldita sea, debería saber!
—Aléjese de la paciente, déjenos hacer nuestro trabajo.
No puedo soltarla, aunque venga el presidente; es mi vida, ella es mi todo.
—Mi amor, reacciona, vamos, por favor. —Le suplico sin dejar de llorar, con un nudo en la garganta, con la desesperación apoderándose de mí; quiero gritar, patear algo, pero no puedo, beso el dorso de su mano. —¿Por qué tanto demoran?
—Los latidos del feto, están disminuyendo; informa de una cesárea de emergencia.
Lo observo como si le hubiera salido un tercer ojo, cierro los ojos y trato de abrirlos una y otra vez, queriendo creer que es una broma, un mal chiste, o es una estupidez.
—Aún le faltan semanas, no pueden hacerle una cesárea, eso no. —Lo tomo del cuello de la camisa y él me observa m