VICTORIA
—¡Por Dios, Bastian! Cálmate mi amor, por favor— No sé cómo controlarlo, está hecho una furia andante.
—¡Miserable, malnacido! ¿Cómo pudiste? Se supone que eres mi amigo, como mi hermano. ¿Por qué con ella? De todas las mujeres en este mundo, ¿por qué con ella?
—Si no le sueltas el cuello de la camisa, no va a poder responderte, lo vas a matar.
—Sigo sin creerlo— Mi pobre esposo, se siente mal; yo lo sospechaba, pero no podemos hacer ya nada, las cosas están hechas; dicen que en una familia los embarazos muchas veces llegan en cantidad o de a tres.
—Por eso estoy aquí, dando la cara, portándome como un hombre, no me voy a esconder. Sé que te defraudé, que rompí tu confianza, Bastian, créeme cuando te digo que lo siento mucho, pero la amo, de verdad que sí, toda loca como es, pero aun así la amo.
—¡Aquí estaban! ¿Cómo te atreves a golpear al padre de mi bebé?
No puedo creerlo, Ivanna llegó justo a tiempo; somos dos mujeres embarazadas, no se atreverán a seguir la dispuesta c