Cada día que pasa, el dilema crece. La relación con Enrico está al borde del abismo, y yo, inexplicablemente, sigo caminando hacia él. Lo observo, como siempre, desde la distancia de un juego que jamás entendí en su totalidad. Al principio, pensé que me encontraba atrapada en una telaraña de deseo, una atracción peligrosa, pero ahora… ahora entiendo que no se trata solo de pasión. No, hay algo mucho más profundo que nos mantiene juntos, algo que va más allá de lo físico, algo que podría destrozarnos a ambos.
Enrico ha dejado de ser el hombre de poder que tanto temía. Ahora lo veo como un hombre vulnerable, un hombre que tiene tanto que perder que su respiración se convierte en una lucha constante. En sus ojos ya no solo hay determinación, hay miedo. Miedo de