46. ¿TE HARÁS RESPONSABLE?
RIVEN
Estoy en la zona exclusiva del bar, unos cuantos peldaños más arriba que el resto. Desde aquí se puede ver todo el salón: el humo, las risas, los juegos de cartas, el roce de copas, y ese olor a hierro y vino que siempre acompaña a los lugares donde los hombres y las bestias buscan olvidar lo que son.
Creo que es la octava vez que este vaso es llenado. Lo ladeo con suavidad, observando el leve golpe del hielo contra el cristal; el sonido tiene algo hipnótico, casi relajante. Pero no lo suficiente.
Una mano femenina se adelanta y retira el vaso de mis dedos con una sonrisa insinuante. Lo deja sobre la mesa frente a nosotros, entre las sombras cálidas de las lámparas.
—Deberíamos pasar a cosas más interesantes —dice con voz aterciopelada, inclinándose lo justo para dejar ver lo que quiere que vea—. ¿No le parece, maestro? Vamos al cuarto del fondo.
La observo unos segundos, no por deseo, no esta vez. Es una mujer hermosa, no lo niego. De piel suave, labios carmesí y ojos que piden