A eso se debía…
Isa Belmonte
Me duele la cabeza, siento los párpados muy pesados, la garganta seca y no puedo mover un solo músculo, hay un pip constante y a lo lejos escucho voces, pero no logro descifrar que dicen, todo es confuso.
Alguien toca mi mano, siento la tibieza acariciando mi piel, siento un pinchazo en el brazo y deduzco que se trata de una aguja, al parecer estoy en una especie de hospital, aunque no logro entender por qué.
–Está reaccionando – escucho la voz de una mujer, hago un esfuerzo y abro lentamente los ojos, la luz blanca me ciego y debo parpadear varias veces hasta acostumbrarme a la luminosidad.
–Isa, mio caro – escucho la voz de Mario, lo busco con la mirada y descubro que está a mi lado, sosteniendo mi mano y con cara de no haber dormido en días.
–¿Qué me pasó? – pregunto, mi voz sale rasposa y mi garganta se lastima en el proceso, necesito agua.
–Sus bebés son muy demandantes de nutrientes señora Colombo – dice la mujer que acerca una máquina a mi camilla.