Capítulo sesenta 60

Eris vagaba entre los árboles como un espectro, perdida en sus pensamientos. Al llegar a una formación rocosa, se dejó caer sobre una piedra fría. De pronto, escuchó unos pequeños quejidos, tan leve que casi se confundía con el susurro del viento. Curiosa, buscó el origen del sonido, descubrió una grieta estrecha en las rocas. Al asomarse, quedó atónita al distinguir las siluetas de tres niños. Sus cabellos dorados eran inconfundibles. "Los hijos de Freya", pensó, y un nudo de culpa le apretó la garganta.

—Niños, salgan de ahí —llamó en voz baja, midiendo con la mirada la estrecha abertura que su cuerpo adulto no podría atravesar.

Los pequeños se sobresaltaron al escuchar su voz. Dentro de la cueva, el llanto de Psique se hizo más agudo.

—¡Metis… los… malos nos encontraron! —su vocecita temblaba como cristal a punto de romperse.

Eris se arrodilló, acercando su rostro a la grieta:

—¿Ustedes son los hijos de Freya?

—¿Usted conoce a mamá? —preguntó Ajax con su vocecita infantil.

—Sí, peq
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