Capítulo sesenta y uno 61

Los vehículos de Crono frenaron bruscamente al encontrar varios carros abandonados en la carretera. Antes de que el motor se apagara por completo, él ya había saltado del asiento, sus botas golpeaban el asfalto con fuerza. Al reconocer el carro negro donde viajaba su familia, corrió hacia él y abrió las puertas de golpe. Sus ojos grises escudriñaron cada centímetro del interior, buscando desesperadamente algún rastro de Freya o de sus hijos.

—Maldición, está vacío.

El alfa apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en las palmas. El miedo, una emoción que rara vez lo visitaba, le recorría las venas como veneno.

—¡Derex! —La voz de Crono no era un simple gruñido, sino un trueno que cortaba el aire.

—Mande alfa. —El comandante se paró al frente de él.

—Coordina la búsqueda de nuestra luna y mis cachorros.

—Si alfa, no regresaremos a la manada sin haberlos encontrados.

Crono se volvió hacia sus guerreros.

—En el momento que nos encontremos a esos lobos traidores aliados
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