Capítulo 50

Freya recorrió la manada, pero Lucía no aparecía en ninguna parte. Al regresar, se acercó a algunos guardias y ellos emprendieron la búsqueda por el bosque. Apolo llegó a la mansión a toda velocidad, descendió del carro y encontró a Freya en la entrada.

—Freya, ¿cómo está Lucía? Mi lobo no deja de sentir intranquilidad; no entiendo qué le sucede —expresó Apolo con preocupación en su rostro.

—Amigo, ella salió de la mansión rumbo a la farmacia porque se encontraba mal. Recorrí el pueblo, pero no la localicé. . —Su mirada reflejaba pesar y en su voz se podía notar lo angustiada que estaba—. Lamento decepcionarte, pero cuando salió, fue justo cuando me llamaste, y al salir a buscarla, ya no estaba en la mansión.

Apolo se pasaba la mano por la cabeza, sintiéndose perdido. Con voz quebrada le respondió.

—Yo mismo la buscaré. Dejaré salir a mi lobo.

—Apolo estoy angustiada, avísame cuando la encuentres.

Él afirmó con una mueca en la boca, le dio la espalda a su amiga y se encaminó hacia el
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