ILÁN:
Mi tono, cargado de insinuación y promesa, hizo que un escalofrío de anticipación recorriera su espalda. Ella, respondiendo con una sonrisa cómplice y un brillo pícaro en la mirada, se puso de pie, entrelazando sus dedos con los míos. Sin necesidad de palabras, ambos nos dirigimos hacia la habitación, nuestros pasos apresurados revelando la urgencia de nuestro deseo.
Mientras avanzábamos por el largo pasillo, la atmósfera a nuestro alrededor parecía cargarse de electricidad. Cada mirada compartida, cada roce "accidental", alimentaba el fuego que ardía entre nosotros. La promesa de intimidad y la emoción de redescubrirnos mutuamente en la privacidad de nuestra alcoba nos envolvía, haciendo que el mundo exterior se desvaneciera, dejando solo el aquí y el ahora, solo nosotros dos y nuestro amor inquebrantable.Con un gesto que encerraba tanto simbolismo como t