HERRERA:
Me detuve en seco, girándome para enfrentar a Eleonora. Mis ojos, fríos y calculadores, reflejaban una mezcla de frustración y determinación que hizo que las mujeres presentes contuvieran la respiración.
—No estoy abandonando a nadie, Eleonora —declaré con firmeza, mi voz resonando en el silencio tenso del estacionamiento—. La situación de Amaya es un contratiempo por la estupidez que cometió al mandar a Daniel que le golpeara la cabeza con un madero. Hecho que ustedes debieron evitar. Pero su demencia senil no es motivo para que nos desviemos de nuestro objetivo principal.Hice una pausa, permitiendo que mis palabras calaran hondo en el grupo antes de continuar. El viento frío de la noche agitaba mi cabello, añadiendo un toque dramático a la escena. Mientras estábamos detenidos al lado de nuestros autos, seguimos conversando sin darnos cuenta de que est&aa