Capítulo 82.
Narrador.
Horas después, los ruidos que salían de la habitación donde Javier se había encerrado con la falsa Mila se detuvieron de pronto. Sara seguía en su habitación. Había esperado a que todo quedara en silencio para corroborar que la mujer que vio entrar era la esposa de Nicolas. Cuando se asomó, vio apagarse las luces del despacho y, minutos después, la puerta principal abrirse.
La mujer salió con paso seguro, sin prisa, con esa elegancia medida que Sara había visto en revistas y noticieros: la heredera de los Fernández. No podía equivocarse. Reconoció el perfil, la forma de moverse, el modo en que levantó el mentón al llegar al coche. No entendía qué hacía con Javier. Lo único claro era que había estado teniendo sexo con él.
Sintió un nudo en la garganta. No de celos: de rabia. Rabia porque sabía que nada de lo que hiciera podría mancharlo y ahora había conseguido lo que quería. Lo había denunciado, había llevado pruebas de sus negocios, pero nada había cambiado. Su padre lo pro