POV– Mila
Mientras avanzaba por la carretera, el recuerdo de su risa burlona me martillaba la cabeza. Esa mujer que alguna vez juró amar a Javier con una devoción casi enfermiza, había sido capaz de despojar a sus propios suegros de todo y dejarlos llorando en la calle. ¿Qué clase de odio se necesita para hacer algo así? ¿Qué clase de amor retorcido lleva a alguien a jurar fidelidad y luego clavar el puñal con una sonrisa?
No, Lola no era solo ambiciosa. Su objetivo era mucho más profundo. Ella quería destruir a los Rodríguez.
Llegué a la mansión y me encerré en mi santuario. Encendí la computadora, rodeada de papeles, carpetas y tazas de café vacías. El cansancio me pesaba, pero mi mente ardía. Tenía que entender sus movimientos, seguir el rastro del dinero, de las reuniones, de los nombres que flotaban alrededor de Lola como moscas en un cadáver.
La primera pista apareció en los registros financieros. Transferencias discretas a cuentas en paraísos fiscales, empresas fantasmas, socie