Capítulo 115. Sombras de Sangre.
POV: Nicolás
El motor del todoterreno rugía mientras devorábamos la carretera hacia casa, el horizonte teñido de un rojo profundo por el atardecer. Mila estaba a mi lado, su mano apretada en la mía, su mirada perdida en los pinos que pasaban como un borrón. En el asiento trasero, Víctor Salazar permanecía en silencio, sus ojos grises fijos en la nuca de Mila, como si temiera que desapareciera si apartaba la vista. La tensión en el aire era densa, un nudo de emociones encontradas: alivio por tenerla de vuelta, pero también el peso de las verdades que el juicio había desenterrado. Mila, mi esposa, hija robada de Víctor, gemela de una traidora. Cada kilómetro hacia casa era un paso hacia la normalidad, pero también hacia un conflicto que sabía que no podíamos evitar: Lola.
Llegamos a nuestra casa, un refugio modesto en las afueras, lejos del caos del juicio y la mansión de Víctor. Antes de bajar, miré a Mila. Su rostro estaba pálido, ojeras marcadas por los meses de secuestro y el shock