El eco de la puerta de la oficina de Jae-hyun al cerrarse, sellando la partida humillada de Ji-woo, resonó en el aire como un golpe de gong. La figura de Kang Ji-woo, encogida y rota, desapareciendo por el pasillo, dejó una punzada de rabia y desesperación en el pecho de Lee Jae-hyun. Su primer instinto fue seguirla, consolarla, detener el daño que su propia familia le había infligido. Dio un paso, pero la voz helada de su madre lo detuvo en seco. “¿A dónde crees que vas, Lee Jae-hyun?” La voz de Lee Mi-sook era un látigo, chasqueando en el aire. Sus ojos, aún encendidos por la furia, no le daban tregua. “¿Vas a correr tras esa… esa arpía? ¿Después de que ha escupido en el nombre de nuestra familia y ha puesto en riesgo el futuro de Haneul?” Jae-hyun se giró, su propio rostro una máscara de furia contenida. “¡No le hables así! ¡Ella no es una arpía! ¡No sabes de lo que estás hablando!” Sus palabras, aunque cargadas de frustración, eran una defensa visceral de Ji-woo, una que solo aviv