Julian llegó a la oficina con la cabeza en alto y el corazón ligero. Por primera vez en años, sentía que estaba tomando una decisión para sí mismo y no para complacer a su familia. Entró al despacho de su padre con la carta de renuncia en mano, preparado para cerrar ese ciclo con dignidad. Pero lo que encontró fue todo menos comprensión.
En la sala estaban su padre, Marcus… y Petra, acompañada de su padre, el empresario que por años había financiado algunos proyectos de la familia Blackthorne. La presencia de Petra lo tomó por sorpresa, aunque no del todo. Estaba más arreglada que nunca, su cabello recogido, su ropa marcando con elegancia sus curvas.
—Julian —empezó su padre—. Recibimos tu mensaje. Pero antes de que tomes una decisión de la que puedas arrepentirte, quisimos tener esta conversación.
Julian los miró con el rostro inexpresivo. No había lugar para juegos.
—No voy a cambiar de opinión. Aquí está mi renuncia.
Petra dio un paso al frente, con una sonrisa encantadora.
—Julian