Mundo ficciónIniciar sesiónLa tarde caía sobre Nueva York con un cansancio dorado, de esos que sólo aparecen cuando la ciudad decide comportarse y dar un respiro.
Después del parque, la comida, y la siesta larga de Damian, la casa tenía ese aroma cálido a hogar que Kira aún no sabía si permitir, pero que se le metía en la piel igual. Julian estaba jugando con Damian en el piso, Luka dibujaba en la mesa del comedor, y Kira observaba la escena desde la cocina, con una mano en su vientre, sintiendo que la pequeña Larisa se movía con la misma energía de su hermano.
Era uno de esos momentos que parecen protegidos por un cristal invisible.
Uno de esos momentos que duelen después.
Julian levantó a Damian con ambas manos, haci&eacu







