Mundo ficciónIniciar sesiónEl invierno en Nueva York no pidió permiso.
Una mañana, Kira abrió los ojos y supo que el otoño se había roto en algún punto de la semana sin que nadie lo anunciara: el aire estaba más afilado, la luz más pálida, y el vidrio de la ventana mostraba un vaho leve donde alguien —Luka, seguramente— había dibujado una estrella con el dedo. Damian dormía boca arriba en la cuna junto a la cama, con los brazos en cruz y el pijama subido, exhibiendo ese pedazo de vientre blando que parecía una broma contra cualquier oscuridad. Adentro, el bebé nuevo era apenas una presión baja y constante, como un pensamiento que todavía no se dice pero no se va.
El lugar donde antes vivía el miedo ahora estaba ocupado por otra cosa: cansancio. Cansancio honesto, de d&iacu







