Mundo ficciónIniciar sesiónLas pantallas nunca paraban.
En el piso alto de Blackthorne Holdings, Nueva York se reflejaba en vidrio y acero como si la ciudad misma estuviera auditando cada decisión. Eran las nueve de la mañana y la luz todavía era tímida, pero en las gráficas ya había rojo de más. Julian estaba de pie frente al panel central, las manos en los bolsillos, los ojos clavados en las velas que subían y bajaban con una intención que no era natural.
Marcus, a su lado, sostenía un vaso de café del que no había bebido en diez minutos.
—Esto no es volatilidad normal —dijo Julian, sin apartar la vista.
—No —respondió Marcus—. Esto es alguien que sabe dónde tocar para joder sin lla







