Mundo ficciónIniciar sesiónLa primera noche difícil no avisó. Llegó como llegan las cosas que importan: entre lo cotidiano y lo que desborda. Damian había dormido bien los últimos días, una bendición impensable para dos cuerpos que todavía entendían el descanso como una línea punteada. Pero esa tarde el llanto empezó con una nota distinta —un agudo que no era hambre ni pañal—, y se instaló como lluvia que no pregunta cuánto falta para mojarlo todo.
Kira sintió el primer aviso cuando se estaba atando el cabello frente al espejo de la entrada. Una ola de calor, un mareo pequeño, ese pinchazo sordo en la zona baja del vientre que el obstetra había llamado “recordatorio”: reposo relativo, escucha al cuerpo, agua. Apretó los labios, buscó la li







