Mundo ficciónIniciar sesiónMientras tanto… un viento invisible se coló por el borde de la ventana y movió apenas la cortina. El abrigo de William en el perchero llevaba semanas ahí; no pesaba, pero tenía memoria. En la heladera, el imán sujetaba la foto de un universo diminuto. En el suelo, el dinosaurio de Luka había cambiado de postura, por obra de un pie cansado. La ciudad, afuera, era todos los ruidos a la vez, pero la casa seguía en su propio ritmo.
La una y cuarto trajo otro capítulo. Damian despertó con un grito sorprendido, como si su estómago hubiera soñado una montaña rusa. Kira lo alzó con reflejo de madre y el mundo volvió a correr. Esta vez, el llanto era un serrucho triste: sube, baja, vuelve a subir. Julian cruzó el pasillo con pasos mecánicos, lo







