New York, Estados Unidos.

Un año después

Caterina abre los ojos y durante algunos segundos se queda observando el alto techo de mármol de su habitación y la gran lámpara en forma de cascada, que en ocasiones piensa que va a caerle encima y que es herencia de un antepasado de Gianluca.

Le duele el cuerpo y lo  último que desea es ponerse de pie y verle la cara al idiota de su marido, a quien desde hace dos meses se le ha ocurrido la magnífica idea de dejarla embarazada, pero en esta ocasión de su verdadero hijo, por lo que hizo que un ginecólogo la revisara y le entregara una planilla con sus días fértiles y la noche pasada empezó a buscarla otra vez y como siempre, a ser insaciable.

Después de regresar a New York, Gianluca le dijo que estaba aburrido de su frialdad y empezó a pasar las noc