—¡Quiero ver a mi padre! ¿Dónde diablos tienen a mi padre? — Los gritos de Isabella se escuchan por todo el hospital.

            Rocco la cierra entre sus brazos, intentando calmarla. Recuerda el día en el que se enteró de la muerte de su padre, la tristeza infinita que sintió y la imposibilidad de demostrar sus sentimientos, porque en ese momento acababa de convertirse en el "Don" de la rama italiana de la familia Mancini.

            —Lo siento, Isabella — susurra Rocco y enseguida piensa en su hermano, que recibió cuatro disparos y se encuentra entre la vida y la muerte.

            Salvatore se encargó de avisarle a Clara y a Renato, los hijos de Ettore que viven en Canad&aacut