Início / Romance / LA PROMETIDA DEL DEMONIO INMORTAL / CAPÍTULO 8: Un alma para salvar
CAPÍTULO 8: Un alma para salvar

KELYRA

El mundo parecía contenido en un suspiro.

Un suspiro largo, profundo y agónico que no terminaba de soltarse. El tipo de silencio que te perfora los oídos hasta que dudas si sigues viva. Me levanté con el cuerpo pesado, la espalda entumecida y el pecho como una jaula vacía.

El fuego en mis venas no se había apagado. Tampoco me consumía. Solo… esperaba. Como una bestia dormida al fondo de mi alma.

El amanecer sobre Abadon Hills no traía consuelo. El cielo estaba cubierto por una capa de nubes densas, de un gris casi negro, como si el sol hubiese sido devorado por algo más antiguo. Afuera llovía. No una lluvia delicada, sino una que golpeaba los cristales como un recordatorio de que nada estaba bien.

Mi reflejo en el espejo era ajeno. La chica de antes no estaba allí. Solo quedaban los restos de lo que fui. Y la marca en mi espalda —ese sello oscuro, grabado entre los omóplatos como una amenaza que late— parecía crecer con cada hora que pasaba.

Bajé las escaleras envuelta en una manta, con la mente girando como un carrusel roto. La casa estaba vacía. Mamá no había regresado. Quizá no podía. Quizá… no se atrevía.

El fuego dentro de mí, ese que ardía desde que Lucien me besó, vibraba como un tambor de guerra. Intenté ignorarlo, apagarlo con té y silencio, pero no funcionó. No había tregua en mi interior. Ni paz. Solo un tirón constante hacia algo que no pedí… y que no quería.

Caminé por la sala como un fantasma que intenta reconocerse. Las paredes parecían más estrechas, como si la casa misma se encogiera ante lo que estaba por venir. Y entonces ocurrió.

La vela sobre la repisa se encendió sola.

No había viento. Ni cerillos. Solo esa chispa súbita, inquietante, que iluminó el salón con un resplandor dorado y antiguo.

No tuve que girarme para saberlo.

 Lucien estaba allí. 

Lo sentí antes de verlo. Su presencia llenaba el aire, espesa como una neblina que lo cubría todo. Oscuridad envuelta en elegancia. Maldición disfrazada de belleza.

Giré lentamente. Él estaba de pie bajo el arco de la sala, como una figura salida de otro siglo. Empapado por la tormenta, con el cabello blanco pegado al rostro y el abrigo negro abierto como un ala. Pero sus ojos… sus ojos eran el verdadero abismo. Oro líquido. Sombras vivas. Fuego disfrazado de calma.

—Estás… empeorando —dijo, con la voz más baja que un suspiro, pero más letal que cualquier grito.

Yo no respondí de inmediato. Lo observé. Lo odié. Lo deseé. Y odié desearlo.

—¿Qué me está pasando? —pregunté por fin, con la garganta seca como ceniza.

Lucien avanzó. Sus pasos eran silenciosos, como si flotara más que caminara, como si el mundo se apartara para no tocarlo.

—Tu alma está dividida. La marca te reclama. Pero tú sigues resistiéndote.

—¿Y si sigo así? ¿Si sigo peleando?

—Entonces te romperás. Poco a poco. Por dentro. Hasta que no quede nada de ti. Ni recuerdos. Ni cuerpo. Ni alma.

Me dolió. No sus palabras. Sino la certeza en ellas.

—¿No hay salida?

Él negó con la cabeza, lentamente, como si cada gesto le costara siglos.

—Hay una —dijo con la voz cargada de algo que no supe si era resignación o deseo contenido—. Puedes elegirme. No por el pacto. No por lo que tu madre suplicó con lágrimas… Sino porque algo dentro de ti me busca. Y lo sabes.

—¿Y si elegirte… es otra forma de morir?

Lucien se detuvo a solo unos pasos. Su cercanía era peligrosa. Insoportable. Magnética.

—Entonces moriremos juntos —murmuró—. Pero jamás dejaré que te apagues sin mí.

Mi cuerpo tembló. No por miedo. Por rabia. Por confusión. Por todo lo que él representaba.

Me quité las gafas y lo miré directamente, sin escudos.

—Tú me las quitaste. Como si borrarlas borrara quién soy. Pero no funcionó, ¿sabes? Porque aún me tengo a mí. Aunque me marques. Aunque me beses. Aunque intentes invadirme.

Él dio un paso más. Tomó mis gafas con delicadeza, como si fueran una reliquia.

—En otras vidas no las necesitabas. Veías con la luz de tu alma. No ocultabas tu fuego detrás de cristales.

Las recuperé de sus manos con firmeza.

—Pues esta vez sí las necesito. Porque me recuerdan que no todo lo que soy vino de ti.

Me las puse. El mundo volvió a enfocarse. Y me sentí, al fin, completa en mi propia piel.

—No voy a rendirme —dije—. No voy a ceder porque me besaste o porque el Infierno me espera. Quiero vivir. Y si tengo que hacerlo con fuego en el pecho… lo haré. Pero lo haré como yo quiera.

Lucien no respondió. Me miró. Y por un instante, sus ojos dejaron de ser llamas. Se volvieron agua. Luz rota. Como si yo, incluso resistiéndolo, fuera la única verdad que alguna vez deseó.

—No estás hecha para quemarte sola —susurró—. Pero entiendo. Te daré tiempo.

Se dio media vuelta. Caminó hacia la puerta. Pero antes de cruzarla, se detuvo.

—Cuando llegue el momento de elegir… no será entre el cielo o el infierno.

Será entre tu alma… o tu olvido. Y yo preferiría verte arder conmigo antes que perderte para siempre.

Y desapareció. Como humo. Como un sueño que aún deja cenizas al despertar.

Me quedé sola.

El salón aún olía a fuego. La vela seguía encendida. Y en mi espalda, la marca ardía con cada palabra que él había dicho. Podía sentirlo dentro de mí. Pero esta vez, no me sentí derrotada. No me sentí poseída. Me sentí viva. Y aunque mi alma temblaba al borde del abismo, sabía una cosa con certeza:

Podía estar marcada. Podía estar condenada. Pero mientras siguiera poniéndome estas gafas… mientras recordara quién fui antes de todo esto… Lucien no me tendría por completo.

No todavía.

Y tal vez, solo tal vez… esa sería mi forma de resistir. De aferrarme a lo que aún queda de humano en mí. De reclamar, por primera vez, un destino que no me fue impuesto… sino elegido.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App