El grito desgarrador de los invitados se mezcló con el estruendo de las velas estallando en pedazos. La oscuridad se tragó el salón como una bestia hambrienta, dejando apenas el brillo de las armas desenvainadas.
Risa, atrapada entre los brazos de Rhaziel, apenas alcanzó a comprender lo que sucedía cuando escuchó el rugido del rey:
—¡A mi lado! ¡Defiendan a su reina!
Las guardias de élite respondieron de inmediato, formando un círculo protector alrededor de ellos. Kael y Dorian, como sombras entrenadas, se abalanzaron sobre la figura encapuchada que había invocado aquel caos.
El desconocido sonrió, mostrando colmillos afilados. Su voz resonó como un eco profundo, como si hablara desde otro mundo:
—El Señor Siniestro ha puesto sus ojos en la muchacha. Ninguna promesa, ningún trono, podrá impedirlo.
Al pronunciar esas palabras, un aura oscura emergió de su cuerpo, expandiéndose como una neblina venenosa. Varios nobles cayeron de rodillas, tosiendo sangre, mientras otros huían despavorid