El tiempo que sea necesario.

Lady Arabella Wentworth entró en los aposentos de Phoenix acompañada por sirvientes que traían bandejas con un elaborado desayuno. Las puertas se cerraron tras ellos con un leve crujido, y Arabella miró a las otras damas, con la duda grabada en su rostro.

"¿La Reina y el Rey ya se han despertado?"

La Condesa Eloise Fitzroy, todavía bostezando de sueño, lanzó a Arabella una mirada perezosa.

"Dejaron de hacer el amor hace solo dos horas," respondió, tratando de disimular su cansancio.

Arabella abrió los ojos con sorpresa. "Eso es impresionante."

La Condesa Seraphina Harrington rio suavemente, la diversión brillando en sus ojos.

"La gran pregunta es: ¿quién tendrá el valor de llamar a la puerta del dormitorio y hablar sobre el desayuno?"

Intercambiaron miradas, todas conscientes del temperamento volátil de Ulrich. Ninguna de ellas quería interrumpir a la pareja real.

La Duquesa Genevieve Beaumont, siempre la voz de la razón, intervino.

"Es mejor dejar que esto suceda a su propio tiempo."
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