Los otros lobos retrocedieron, sorprendidos por la visión. Phoenix miró a Mastiff, sus ojos encontrándose con los de él, y una calma mortal invadió el ambiente.
"Mastiff," dijo suavemente, su voz cargada de dolor y la verdad que él necesitaba escuchar. "Estoy aquí. No estoy muerta."
Mastiff retrocedió, confundido e incrédulo. No podía creer lo que estaba viendo, lo que estaba escuchando. No podía procesar la visión de Phoenix, de pie frente a él, viva e inquebrantable. La ira y el dolor aún ardían en sus ojos, pero la presencia de ella empezaba a disolver la niebla de furia que había invadido su mente.
Una sombra de confusión pasó por sus ojos dorados antes de que se transformara de nuevo en Ulrich. Cayó de rodillas, su cuerpo humano temblando, y miró a Phoenix con una expresión incrédula.
"¿Phoen